Las elecciones son una constante inevitable en nuestras vidas, y no lo digo precisamente por las últimas elecciones convocadas al Parlament de Catalunya o por la posible consulta soberanista de la que tanto se discute últimamente. Cada minuto que pasa tomamos decisiones que configuran el camino que vamos recorriendo. Y aunque no siempre las elecciones tomadas sean las mejores o no se puedan cambiar, siempre podemos tomar nuevas decisiones que nos lleven a aquello que sí queremos conseguir, ser…

Como adultos, tomamos decisiones que nos afectan principalmente a cada uno de nosotros siendo sujetos activos, aunque también pueden tener efectos colaterales y afectar a nuestro entorno; como pareja, las decisiones las tomamos desde el complicado equilibrio entre la construcción de ese espacio común en el que los sueños de esta nueva entidad que formamos se van haciendo realidad y la necesidad de mantener y cuidar esa pequeña parcela de nuestro yo, que es necesario cultivar y que nos permite seguir creciendo y alimentando nuestra relación de pareja, nuestro entorno, nuestro mundo… como padres, nos debatimos en determinar cuáles serán las decisiones correctas para criar y educar a nuestros pequeños, para que cuando sean mayores sigan su camino y elijan sus propias opciones…

Hace 4 meses nació nuestra pequeña «floreta» Dàlia y una de las primeras decisiones  que tomamos como padres fue su alimentación, nuestra opción: la lactancia materna. La decisión consensuada y sopesada por los beneficios que podía aportar a la pequeña no fue difícil, pero la puesta en marcha tuvo al inicio algunos contratiempos (nada que la blastoestimulina no pudiera curar), y muchas horas de sueño y cansancio que más que perdidas… bien invertidas están.

Como madre, la lactancia materna me ha regalado infinidad de momentos de intimidad con mi pequeña, de miradas cómplices, de sonrisas, de vergüenzas escondidas, de pucheros, de horas de contemplación, de algún que otro mordisco… y también momentos de preocupación, por si no pudiera amamantarla, por si no tuviera suficiente leche…, de desgaste personal por la fuerte y exclusiva dependencia que este vínculo crea entre nosotras, que ha pesado y agobiado sobretodo en momentos de cansancio.

Pero al final hemos salido adelante,  gracias a su insistencia y persistencia desde las primeras horas de vida,  a su naturaleza tranquila y glotona, a la ayuda y consejos de Nùria del grupo de lactancia, a la santa blastoestimulina…, gracias al apoyo y paciencia del padre… por lo que podemos decir alto y claro que ¡esto está superado!… y que ni siquiera el nuevo tercero en discordia (el «aburrido y monótono» sacaleches) puede alterar esta preciosa relación.

Así  que, con eso de que la peque está servida dónde y cuándo quiere, (siempre y cuando lleve su vaca lechera portátil), la verdad es que pocos complementos son necesarios. Pero en realidad para la lactancia materna hay todo un sinfín de complementos y soluciones, eso sí más dirigidos a la «ortopedia» de las tomas y al bebé (pezones de plástico, protectores del pecho…) que a la comodidad y naturalidad del arte de amamantar. Algunas webs comercializan ropa adecuada a la lactancia, y que considero bastante práctica, especialmente en estas fechas en las que hace bastante frío y esto de tener que buscar el pecho entre tantas piezas de ropa o ir con la chicha al aire no es muy agradable.

De modo que, intuyendo lo práctico del sistema, esta mami ha puesto todo su empeño e inexistentes nociones de alta costura para confeccionar la «camiseta de lactancia» (en la que con un simple gesto levantas la funda delantera y amamantas a la peque). ¿Qué os parece el resultado?

camiseta lactancia

Puedo decir, como usuaria de la misma, que ha quedado bastante bien- modestia a parte-, y que por lo cómoda y práctica que es, no tardaré en hacer algunos modelos más para incorporar al armario.

Otro artículo que es bastante solicitado por las madres que no han conseguido regular la cantidad de leche o que tienen en demasía, son unos discos que permiten absorber los excesos (siempre y cuando no tengas grietas, en cuyo caso te recomiendo los discos protectores de plástico). Los hay de un solo uso, pero considero más ecológicos los lavables, que se encuentran habitualmente en un monótono tono blanco.  Para darles unas notas de color y quitarles esa «sosería» he preferido ponerles unas telas más divertidas y hacer a juego una bolsita para no perderlos cuando los lavas o los llevas en el bolso y en dos modelos: los discos planos o los que tienen un poco de cono…  y  voilà!

disco conodisco plano2 bolsa y disco