¿Quién no ha disfrutado alguna vez con la lectura de un libro? Bien sea de aventuras, histórico, cómico, de terror, de suspense, romántico, un ensayo, una biografía, poético, un cuento, una fábula… seguro que son pocos los que responderán negativamente a la pregunta… y es que la inmensa mayoría de nosotros en algún momento de nuestra vida fuimos, hemos sido y/o somos pequeños ratoncitos de biblioteca que devoran con apetito todo tipo de formato y género de libro.
De pequeños porque queríamos saciar nuestra curiosidad por las ilustraciones de los cuentos y las pequeñas historias que nos explicaban, y que luego con tanto esfuerzo y perseverancia hemos aprendido a leer, marcando ca-da-sí-la-ba-de-la-his-to-ria-que-a-cos-tum-bra-ba-a-co-men-zar-a-sí: «é-ra-se-u-na-vez»…, después porque las aventuras de nuestros héroes nos transportaban a mundos diferentes, exóticos, fantásticos, inimaginables… todo era posible en un libro.
De adolescentes bibliografías de «rebeldes con causa», o de misterio, porque pensábamos que teníamos carrera como detectives, o poesías porque sentíamos que nuestro torbellino de sentimientos se describían y expresaban con tanta maestría en los versos de algún gran poeta…
De mayores filosofando sobre la vida, buscando conocer el contexto histórico de algún personaje conocido, revolviendo en las intrigas políticas de novelas históricas medievales, releyendo poetas de la generación del 27…
…y ahora de padres novatos estudiando manuales psicopedagógicos para conocer mejor el mundo de los bebés, además de recuperar los cuentos de la infancia y la ingenuidad, inocencia y paciencia que es necesaria para explicarlos una y mil veces en infinidad de versiones: la minimalista para el bebé, para el niño: la versión exacta (fiel al libro que se tenga entre manos), la versión extendida (con mayor lujo de detalle, para los quisquillosos), o la versión resumida para padres expertos y agotados de explicar ese cuento desde hace casi 3 años…
Además del contenido del libro, algunos bibliófilos encuentran que parte del placer de la lectura reside en el tacto del ejemplar, en el deslizar de los dedos para pasar la página, en el olor a papel…sin embargo para aquellos en los que el contenido del libro es suficiente y el peso reducido es una ventaja, el formato e-book es un gran invento.
Como lectora, el e-book es muy práctico y cómodo, como madre «cuentista» (por favor entiéndaseme como cuentera =contadora de cuentos= cuentacuentos) aún tienen mucho que conseguir: las ilustraciones, los colores, las texturas, los troquelados en 3 dimensiones…
Como amiga, aquí va mi pequeño obsequio a una ratoncita de biblioteca conquense que devoró su primer e-book y ahora estrena su segundo…
En micropana azul y terciopelo estampado con solete a ganchillo según tutorial de «repeat crafter me» una funda para e-book.