Ha sido una noche oscura, triste, de tormenta, de llantos y silencios, de pena y amargura, de sueño desvelado, de tu imagen serena, pálida, que ya no sufre pero aún así causa dolor.
Una noche de rabia e impotencia por la injusticia, porque esa maldita enfermedad a la que doblegaste con valentía y determinación al final te ha obligado a irte, porque a pesar de los pronósticos desfavorables has luchado con uñas y dientes hasta el último aliento y aún así no te ha dado tregua…
Una noche en búsqueda de recuerdos, con los que dar vida a tu imagen inmóvil, ponerle voz a tanto silencio, poder sonreír y así apaciguar el llanto… Y cuántos recuerdos han acudido a mi mente: cuántos veranos y fines de semana en Guma, siempre entretenido con algo, trasteando en el taller de la cuadra, cuidando los cerezos y las parras de los picos ansiosos de los pájaros, ideando y trabajando en la ampliación de la casa. Recuerdos de excursiones por Río Lobos, las Lagunas Negras o Playa Pita, de paseo por Aranda con la inmensa sartén familiar, buscando en tu bodega particular ese vino que trajiste aquella vez para compartirlo en las comidas familiares… arreglando los innumerables pinchazos de las bicis, bromeando casi siempre, con esa voz potente, segura, cercana…, haciendo de rabiar a la tata, y luego compartiendo con ella vuestra pasión por el fútbol y ese Madrid vuestro… esa mirada que siempre lo ha dicho todo, con el orgullo de padre grabado en la retina, y el corazón henchido de satisfacción por el legado y educación transmitido a tus hijos, valores y enseñanzas que hoy les ayudan a ser más fuertes, a valorar lo que han vivido junto a ti, y les anima a seguir tu ejemplo.
Y así ha llegado la mañana, también gris, con ella a tu lado, siempre a tu lado, día y noche, en lo bueno y en lo malo, como te prometió, con paciencia, siempre con una sonrisa, fuerte, valiente como tú, y juntos habéis hecho un último viaje a tu Guma, a vuestra Guma.
Una mañana de despedida dolorosa, acompañado en cuerpo y también en alma por los que compartimos contigo tantos momentos de felicidad, abrigado y llorado por todos, creyéndote ya en un lugar desde el que nos acompañas liberado del dolor, desde el que velas por los tuyos y les continúas infundiendo ánimos para seguir adelante.
Ya ha caído el sol, y sigue el silencio, poco a poco llega la noche, pero no oscurece del todo, porque a pesar de la noche, la luz de tu recuerdo ya ha empezado a brillar y siempre estará con nosotros, porque a pesar del vacío, el valor de tu recuerdo llena nuestros corazones, porque a pesar del silencio, el recuerdo de tu mirada, esa que habla y lo dice todo, nos invita a cantar y a reír cuando estemos preparados, porque a pesar de la tristeza, es por tu recuerdo y por tu lucha por la que hay que seguir adelante.
Ya es de noche y descansas allá donde estés.