Primero cadeneta, kiloooometros de cadeneta… (bueno esa era la motivación de mi primo Raúl aquel verano, ¿te acuerdas?), después punto bajo… mucho trabajo para avanzar tan despacio… la primera vuelta se hacía eterna…costaba tanto meter la aguja en la dichosa cadeneta que con tanta ilusión y destreza había creado, pero a la vez tan apretada y con tan poca práctica en coger la labor, que siempre terminaba pidiendo a mi madre o a la abuela Teodora que me la acabaran… Finalmente el punto alto (los famosos «palitos»)… ¡qué agradecidos y fáciles de hacer!(bueno después de unos cuantos tropezones con la aguja y el hilo y olvidos al coger la hebra… errores de principiante que enseguida se superan). Se corría muchísimo, la labor crecía y crecía… Ahora que ya «dominaba», estaba lista para hacer mi primera puntilla. ¿Para qué? pues para una toalla de lavabo, cosas de entonces…
Mi primera puntilla… ¿qué tendría? ¿5 ó 6 años? aún la conservo…en hilo crudo, de algodón Egipcio 100%, manido de tanto hacer y deshacer, con aguja «Dama» del nº 8… con unas manos pequeñas, de hormiguita laboriosa, concentrada en no perder la cuenta, intentando no hacer palitos de más o de menos para que la puntilla fuera rectangular (que la de picos era «nivel avanzado» y no era el objetivo)… después de un verano jugando a ser «ganchillera» como mi mami y mi abuela…allí estaba: ¡lista para coserse a la toalla azul!.
¡Qué contenta me puse cuando después de tantos días por fin estuvo terminada! !Qué orgullosas estaban mis dos grandes maestras! ¡Cuántas horas de paciencia y cariño en un pedacito de tejido!.
No había quedado perfecta… rectangular, lo que se dice rectangular… no era… pero no pasaba nada. Estaba dispuesta a empezar otra, pero más difícil, con «K»s que quedaban muy chulas y además se podía poner una cinta de color. Ya estaba deseando que llegara el verano siguiente para aprender a hacer con picos, o mejor… el punto loco que hacía la abuela…complicado en concepto pero que sorprendentemente aún soy capaz de reproducir si cierro los ojos y me concentro en los movimientos que ella me enseñó…parece imposible después de tanto tiempo…
Aún veo sus dedos grandes y arrugados cogiendo con destreza la aguja fina «del 12» (porque mi abuela siempre utilizaba una aguja finísima para hacer puntillas delicadas y finas, igual que el hilo, por eso se quejaba del que yo utilizaba (del nº8) porque era muy gordo y no se deslizaba suavemente entre los dedos…y me decía «¡jo chica!, yo no sé cómo puedes trabajar con este hilo tan gordo», chasqueaba y luego enjugaba el sudor de su frente con el pañuelo blanco que guardaba en el mandil, se ajustaba las gafas de pasta negra y volvía a su puntilla (que si para unas sábanas o unas toallas para sus niet@s, que si para unos paños de cocina y así aprovecho estas telas que tenía guardadas… que si para unos tapetes para el mueble del salón…¡cosas de «iaia»!…). Hay que ver lo que son las cosas, ella quejándose de mi hilo grueso y yo pensando que con su hilo y su aguja debía ser imposible meter el hilo en aquellos minúsculos huecos… y eso sin entrar a valorar el tiempo que habría que estar dándole a la aguja para acabar una puntilla a ese tamaño…
Desde aquella primera vez han pasado muchos años, muchas labores, en unas me he divertido más que en otras, incluso algunas «disciplinas» las he llegado a aborrecer (¡perdona Bordado!… algún día me resarciré del trauma), pero en cuestión de ganchillo siempre me he sentido confiada, libre para hacer, crear y «creer» que casi todo es fácil y se puede hacer con una aguja e hilo (¡¡¡y eso que no he hecho ni una cuarta parte de puntillas delicadas y patrones complicadísimos que hace mi madre que es la gran maestra!!!).
Desde entonces he aprendido y practicado un rato: varios veranos perfeccionando mi primera puntilla, las mochilas para el cole…, la manta del sofá, el gorro de la Tònia, la barba postiza de mi padre, el chal de grannies de mi madre- abuelita recién estrenada…
El tamaño del hilo y la aguja han cambiado- a más gordo- se ve que no tengo la paciencia y finura de mis maestras, los colores son muy variados (me salgo del «siempre» blanco o crudo que se llevaba cuando empecé), y el estilo también es diferente, más desenfadado y juvenil… aunque he visto en internet algunos patrones «vintage» que no me importaría hacer…
La última técnica incorporada: el ganchillo 3D y el maravilloso mundo de los amigurumis con la mona Mica…¡ay!, no paro de ver patrones para hacer muñecos a mi pequeña Dàlia…(por cierto, si aún no lo habéis visitado, tenéis que echar un vistazo al blog de Amigurumi BB, Vanja es una artista de estas simpáticas criaturas!!!
Sin embargo mi última creación ha sido una «puntilla» (en homenaje a mis comienzos), para adornar un pañuelo de los que se colocan en el cuello y darle un toque artesanal, desenfadado… ideal para que lo luzca mi hermana con unos vaqueros un «Casual Friday» cualquiera.
Con la técnica que utilizaba mi abuela para rematar el dobladillo con el ganchillo directo sobre tejido, libre improvisado de rejilla doble volumen de cadeneta/punto enano y bolita de ganchillo [«a las finas hierbas» ;)]. La bolita de ganchillo la podéis aprender a hacer en este tutorial de internet.