Ayer ví a una viejecita ser el centro de atención de los pequeños de la escuela. Con su peculiar atuendo: un chal de punto rosa y negro, una falda recta negra, por debajo de las rodillas, unas medias negras de punto, y un pañuelo en la cabeza que cubrían su cabellera blanca…y su expresión de viejecita dulce a pesar de la verruga en la punta de la nariz y unos cuantos dientes de menos, hacían de esta “adorable” anciana un reclamo para los más pequeños. En una mano un bastón, en el otro brazo cargaba un cesto lleno de cucuruchos de papel de periódico con castañas asadas…”María, la castanyera” decían los pequeños que la rodeaban con curiosidad y con cierto temor.
Repartió besos a casi todos los niños, quienes recibieron un cucurucho con castañas asadas, a cambio de una sonrisa y/o la cara de estupefacción …y al final una buena merendola con panellets y coca…
Nuestra pequeña, sin embargo, espantada por el aspecto un tanto lúgubre de la señora, decidió escabullirse y prestar su atención a los columpios y piedrecitas del patio… ¿pero no he visto yo ya esta mañana a esta señora?¿ y qué vendrá a hacer hoy todo el día a aquí? deja, deja que ahora estoy con mi mamá… ¿a ver si querrá coger la castaña que me plantó mi madre esta mañana en la coletilla y entonces que hago…?
Al final tarde de juegos con castañas de verdad y de mentira… esponjosas y suaves… dentro de la caja, fuera de la caja… y ¡cómo no!…alguna a la boca.
Animada por lo sencillo que fue realizar las castañas en ganchillo, decidí hacerle a mi pequeña una minicastañera, más amable y divertida que la que les visitó en la guardería. Las instrucciones de Margarida Paredes son geniales…y de paso hacemos un guiño a las tradiciones catalanas vs Halloween, ya que estamos en esta tierra, aunque si os soy sincera tanto una como otra para mi son tradiciones alienas…. imagino que con el tiempo y mi pequeña, aprenderé a vivirlas de otra manera….
