En el fondo de un mar no muy lejano vivía un pez diferente a todos los demás. Se llamaba GLu-gLU y esta es su historia…

Los más ancianos y sabios del lugar le tenían por un raro espécimen que destacaba sobre el resto de banco de peces por su belleza:  sus aletas y escamas tenían unos colores rosados y grisáceos especiales y nadie era capaz de explicar el porqué.  Además de sus colores, su boca -generalmente abierta para engullir cualquier cosa que se le pusiera por delante- poseía un mecanismo con un muelle a presión que evitaba escapes no deseados y su gran estómago podía contener el insaciable apetito de nuestro querido amigo…que era mucho…

En los días en los que el almuerzo era copioso y GLu-gLU tragaba como el que más, a duras penas le quedaban fuerzas para nadar siguiendo las maniobras del jefe de escuadrón… así que un día de esos de comilona… nuestro pequeño amigo vio como poco a poco se alejaba la formación y por más que nadaba no conseguía alcanzar a sus compañeros. Exhausto por el esfuerzo y adormilado por el empacho, se dejó mecer por las corrientes del agua, suaves y zalameras sin percatarse del riesgo que ello podía suponer para un pez como él en medio del mar…

De aquel sueño GLu-gLU no recuerda nada, pero ese profundo sueño le cambió por completo la vida…sí, sí… y si no leed con atención lo que descubrió al despertar…

Sentía los rayos del sol a través del agua tibia… muy cálidos, como nunca antes los había sentido… «¿tan cerca de la superficie estoy?» se preguntaba adormilado. Las olas mecían su cuerpo muy retrasadas con respecto a un vaivén mucho mayor que desconocía de dónde procedía…«¿ se habrá vuelto loco el mar o le ha dado por bailar un ritmo del que todavía no se sabe los pasos?» ¿adivinaría nuestro pequeño pez a caso dónde se encontraba?, «y el silencio… ¿dónde está?¿qué son esos sonidos que irrumpen la calma de mi sueño?, ¿serán otros peces?, ¡qué jaleo!, he debido viajar muy lejos de casa, pues no entiendo ni una palabra de su extraño  dialecto…»

Mientras se preguntaba sobre todo esto sin encontrar una respuesta clara, la risa de una dulce voz que parecía aproximarse le sacó de sus cavilaciones… «tal vez si se acercara lo suficiente podría preguntarle y entender dónde me encuentro» pensó y comenzó a aletear e intentar saltar al exterior del agua para tener mayor perspectiva. Así fue como conoció a la dueña de esa risueña voz… era un ser tan extraño…no poseía aletas, ni escamas, vivía fuera del agua y corría hacia él.  Allí estaba observándole con sus grandes ojos y sus rizos oscuros invadiendo su rincón de agua, sus manos se agitaban en un saludo y gritaba entusiasmada: «¡Papá!, ¡papá!, ¿has visto que pez tan bonito?, ¿puedo quedármelo? ¡qué colores! ¡es el pez más bonito que he visto en el mar… Una voz más grave y serena respondía a la excitación de la criatura: «Raquel, no asustes al pequeño pez, disfruta de sus colores pero sin intentar tocarlo, fíjate cómo el sol ilumina y colorea sus escamas…» Ahora lo entendía todo… había sido capturado…los humanos… estaba en un recipiente amplio abordo de un barco y por su peculiaridad y belleza había atraído la atención de aquella criatura de grandes y expresivos ojos…

Raquel:  «Este pez tiene una tripa muy grande papá, ¿crees que tendrá suficiente comida con la que le he puesto?,

GLu-gLU:«¿pero qué hace? ¿se ha vuelto loca? ¿qué es este confeti de colores con olor tan desagradable?, quita, quita que me estás poniendo perdido»..

Papá: «Cariño, no tires todo el pienso, primero comprueba que le gusta… seguro que es la primera vez que lo ve y tiene que probarlo…»

Raquel: «pues tienes razón tal vez no le guste porque no abre la boca…, espera que le voy a enseñar cómo se come….así pececito…» –y la pequeña abría y cerraba la boca dibujando una minúscula «O» y emitía un ligero sonido…op, op, op…

-«¡Ohhhh! estoy perdido»- pensaba  nuestro pequeño amigo, –«Nunca más volveré a disfrutar de mis amigos, de mis comilonas, de mi mar salado…»,

-«¡Papá!, no quiere comer, no abre la boca, tampoco se mueve»… unos segundos más tarde un nuevo rostro apareció en el cielo… al lado de la pequeña Raquel, –«está asustado, has tirado demasiada comida y tu voz es muy nueva y aguda para este «petitó», vamos a cambiarle a una pecera con agua más limpia y deja que se acostumbre a verte...»

«3,2 1″… ahora volaba en una burbuja de agua, no había nada a sus pies… era para desmayarse… «1,2,3» volvía a estar en un recipiente, el fondo marrón, como si fuera arena de mar pero ese no era el tacto, el agua era clara, pero si nadaba demasiado rápido chocaba contra algo que no era capaz de ver…y ellos seguían allí, hablando y señalándole… «Pececito, te llamaré «Glu-Glu» y vendrás a casa con papá y conmigo, allí te cuidaré y te daré de comer y seremos muy felices»… pero Glu-gLU nadaba cada vez más rápido y sin querer se golpeaba contra esa pared transparente que le retenía allí… de repente su mundo paró, … sus aletas dejaron de moverse, sus ojos se quedaron tristes e inmóviles observando la alegría de la pequeña Raquel.

Raquel: «¡Papá!, Glu-glu debe estar enfermo, ahora no se mueve»

Papá: «tal vez esté cansado»

Raquel: «¡No, no!, me mira muy triste…»

Papá: «pregúntale que le pasa»

Raquel: «pero Papá, ¿cómo me lo va a explicar si es un pez y no habla mi idioma?…

Papá: «mira sus ojos y escucha lo que dicen, en cualquier ser vivo son el reflejo del alma y se entienden en cualquier idioma»

Y así Raquel se acercó a GLu-gLU y escuchó sus tristes ojos, que le contaron lo apenado que estaba por no nadar en las aguas saladas del mar, por tener que dejar a sus amigos y no volver a verlos más, por no poder darse comilonas de verdad, por no poder alegrar con sus colores al resto de sus amigos, por tener que abandonar su mundo sin haber estado en sus manos la opción de decidir… y según le explicaba su historia a Raquel, los ojos de la niña se inundaron de lágrimas y de esa forma se comunicaron y consolaron al pequeño pez.

Después de unos minutos en silencio y  enjugándose las lágrimas, la pequeña desapareció y regresó con un cuaderno y unos lápices, se concentró y pintó al lindo pez. Cuando hubo terminado se lo enseñó a nuestro amigo quien se sorprendió al ver a un pez tan hermoso, de colores tan distinguidos como los suyos, dejó la libreta sobre la mesa, acarició la pecera y susurró a GLu-gLU: «No temas pequeño, eres el pez más bonito que he visto nunca y me gustaría que estuvieras siempre conmigo, pero he visto que eso te hace sentir muy desgraciado y triste y yo no quiero que tú vivas así. Te he pintado para recordarte, porque no quiero olvidar lo bello que eres, así que ahora alegra esa cara que volvemos a tu hogar», y dejando las pinturas corrió hacia su padre y le pidió que regresaran al lugar en el que habían encontrado al pez. Una vez allí le liberaron de la pecera y agradecido GLu-gLU realizó las mejores acrobacias del escuadrón, las cuales combinadas con el efecto del sol sobre sus escamas fueron un maravilloso espectáculo de despedida.

De camino a casa, Raquel pensaba en todo lo que había pasado aquel día. ¿Cómo podía ser que ante una misma realidad GLu -gLU y ella hubieran tenido sentimientos y necesidades tan contrapuestos? ¿Y cómo les hubiera afectado a los dos el que ella hubiera tomado una decisión unilateral, sin escuchar ni querer entender lo que pasaba por la mente y el corazón de aquel pececillo? ¿qué hubiera pasado si GLu-gLU no hubiera tenido el valor de explicar sus miedos y contar con todo detalle lo que sentía ante aquella decisión?… El respeto, la escucha y el diálogo claro y sincero habían sido la clave que permitió a la pequeña tomar aquella decisión compartida, de la que ahora se sentía orgullosa, aunque algo triste y se prometió practicarlas con todos aquellos con los que a lo largo de su vida se encontrara, sin importarle la complejidad o dificultad de las situaciones a resolver.

Nunca olvidó a GLu-gLU. Aquel año llegó a sus manos en forma de regalo un precioso bolso pez, con los mismos colores que lucía GLu cuando se despidieron y el estupendo cierre a presión. Además ¡cabían tantas cosas!… a juzgar por el espacio debía ser tanto o más comilón que el propio pez…

Raquel_glu_glu

GLu-gLUglu_abierto

GLu-gLU tampoco olvidó a Raquel, aún sueña con aquellos ojos grandes y esos rizos… tal vez su vida junto a ella no hubiera sido tan horrible como inicialmente pensó…